Es precioso vivir a base de sueños, de palabras bonitas, de un 'buenos días, princesa'. Hasta que te despiertas de ese sueño, tu suerte no puede más y se larga dejando al frio traspasar tu corazon. No te queda nada, te sienter una idiota, piensas en como pudiste estar tan ciega, y ves que ha llegado el final de ese viaje. Y te toca meterte en otro tren. Otra direccion, otras mañanas, sin tantos 'hoy estas preciosa' y más timbres como despertador. Por eso debes cuidar a quien le entregas tus sonrisas. No te cruces con un principe azul que se tira a media corte, procura encontrarte con alguien que se pregunte donde está tu corona.
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